A la hora de invertir, el principal objetivo debe ser la preservación del capital. Para preservar capital parece sensato invertir pensando en el largo plazo, y si invertimos a largo plazo existen una serie de ejemplos de empresas que haremos bien en evitar.
- Empresas que se endeudan para repartir más dividendos
Para empezar, hay que ser conscientes de que una empresa sin deuda difícilmente va a quebrar. Los dividendos, en una empresa bien gestionada, deberían ser el último recurso, el último destino de los beneficios (lo ideal es invertirlos en crecer, y si por las razones que sean no se puede invertir en ello, antes que dar dividendos es más interesante reducir endeudamiento, aumentar la caja con vistas al futuro, o recomprar acciones).
Si una empresa se endeuda, que a priori no es lo ideal, que sea para crear valor, para crear tanto valor como para compensar el riesgo de endeudarse... nunca para dar dádivas a corto plazo. Caso contrario, al final es dividendo hoy para el accionista, y quiebra mañana (o reducción muy grande del dividendo junto a una más que habitual ampliación de capital para subsanar el endeudamiento).
Si inviertes a largo plazo en empresas que actúan así te arriesgar a perderlo un día todo [y en bolsa invertir a corto plazo es como irte al casino (con todos los respetos para esa minoría que es capaz de desenvolverse con éxito y soltura invirtiendo a corto plazo)].
- Empresas que reinvirten en sectores que escapan a su círculo de competencia
Las inversiones desinformadas de hoy a 10X, son las desinversiones del mañana a X (con suerte). El resultado es que la empresa pierde valor, y si el valor intrínseco es menor, las acciones irán detrás (en este caso, de no ser capaz la empresa de crecer orgánicamente, y de no ser capaz de comprar otros negocios por estar fuera de su círculo de competencias, lo mejor es que reparta dividendos o, mejor, que recompre acciones).
No es raro ver empresas con negocios buenísimos, que siendo incapaces de crecer en su propio negocio, en su círculo de competencia, acaban emprendiendo adquisiciones de negocios que no tienen nada que ver con el propio, vendiéndolo con el paso de los años a un precio mucho menor.
- Empresas dirigidas por personas que no tienen participaciones relevantes en su accionariado
Es de cajón, cuando te juegas tu dinero, la calidad de vida de tus allegados, su futuro... pues tiendes a tomar decisiones con más responsabilidad, teniendo todo bien atado. Por eso las empresas familiares, con accionistas de referencia, tienden a ser históricamente más rentables y a sobrevivir muchos más años (y esto es perfectamente aplicable también a los gestores de fondos de inversión, si tienen sus ahorros en los mismos pues mejor, habrá una mayor alineación de intereses con el partícipe). También es interesante que los directivos posean participaciones significativas, aunque hay que incidir en esto último, que sean significativas.
Si vas eliminando empresas aplicando máximas como las anteriores, que al final son de sentido común, te quitas el 95% de las empresas cotizadas. Es un filtro habitual en los gestores de éxito, ya luego viene lo complicado: analizar una a una todas las que formen parte del 5% restante (no necesariamente de España, ahí entra también el ser capaz de invertir en empresas cotizadas extranjeras), y decidir cuáles son las más infravaloradas, cuáles tienen un mayor potencial de revalorización (y para hacerlo bien hay que ser profesional, pero si eres capaz de ver qué gestores no invierten en empresas de esos grupos, o no mayoritariamente, podrás escoger entre fondos que serán mayoritariamente mejores que la media).
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Por Javier García de Tiedra González, Graduado en Derecho por la Universidad de Cádiz.