domingo, 29 de abril de 2018

El efecto manada: un símil entre la bolsa y el fútbol

Aunque a priori la bolsa y el fútbol no tienen nada en común, sí que comparten algo: los que participan son personas, seres humanos, que como tales son susceptibles de dejarse llevar por las emociones, y en ocasiones, como veremos, verse arrastrados por el efecto manada.

Efecto manada e inversion en bolsa
La bolsa es el campo de cultivo ideal para el efecto manada, un lugar donde campan el optimismo y el pesimismo según el momento y el lugar.

- El efecto manada en el universo del fútbol


Personalmente no soy, ni mucho menos, un ferviente aficionado al fútbol, aunque sí gusto de seguir lo que hacen o dejan de hacer el Real Madrid –mi equipo de toda la vida– y su eterno rival, el Barcelona.

Recientemente, en la competición de competiciones en el fútbol, la Champions League o Liga de Campeones, he podido apreciar este efecto, que tanto se menciona últimamente en el mundo de la bolsa (más específicamente, en el sector del value investing o inversión en valor), como es el de la manada. Veamos los antecedentes: el Barcelona venía de un año muy bueno en las dos competiciones nacionales, la Liga y la Copa del Rey (en cabeza con mucha ventaja en la Liga; finalista –y luego justo vencedor– en la Copa), y el Real Madrid, sin embargo, venía de un año muy decepcionante (eliminado en la Copa por un equipo menor –con todos los respetos a los seguidores del Leganés–, y sin posibilidades realistas de lograr alcanzar al Barcelona en Liga –incluso por detrás de su otro histórico rival, el Atlético de Madrid–).

Así las cosas, el pesimismo imperaba en relación a las posibilidades del Real Madrid, al que le había tocado en el sorteo, para los octavos de final, enfrentarse al París Saint-Germain (PSG), que venía de años de formar una plantilla tremenda a golpe de talonario y que en todos los medios, y en la calle, aparecía como claro favorito, amenazando con pasar el rodillo con el equipo madrileño. Y tras enfrentarse en los correspondientes partidos de ida y vuelta, pasó el Madrid, y la manada pasó del pesimismo al optimismo, de valorar muchísimo la exitosa historia del Madrid en la competición europea, frente al anterior posicionamiento, que daba por hecho que una primera parte de temporada mala incapacitaba al Madrid para seguir haciendo lo que mejor sabe hacer, ganar Champions.

Frente al caso madrileño, tenemos el caso catalán, culé, del Barcelona. Un año estupendo, optimismo al máximo, y le toca en cuartos de final de la Liga de Campeones enfrentarse a la Roma. Un rival menor, escuchabas en la radio, y de boca de tus amigos aficionados, frente al Madrid, al que le había tocado la Juventus de Turín (un rival, se decía, más correoso). Un trámite para el Barcelona, dos partidos que no quedaba más remedio que jugar para pasar a semifinales, pero que estaba ya hecho, fácil. Todo ello con una manada, aficionados del Barcelona y rivales del Madrid, toda, dando por hecho que iba a pasar el Barcelona. Finalmente ganó la Roma, y pasó esta de ser considerada equipo menor a equipo poderoso, con posibilidades en la competición.

Si esto se tratara de una inversión, se podrían haber encontrado oportunidades en el exceso de pesimismo para con el Real Madrid, y en el correspondiente exceso de optimismo para con el Barcelona. Como es un deporte, al menos para la mayoría de aficionados, quedo en eso, una curiosidad que sirve para este artículo.

Futbol y efecto manada
En el fútbol también se da el efecto manada: el consenso de aficionados, en el caso del Barcelona, entendía que tenía que ganar a la Roma.


- El efecto manada en la bolsa


En el ámbito de la bolsa, de los mercados bursátiles, también es habitual ver claros ejemplos de efecto manada. Algo así como que, si el conjunto de agentes que participan en este mercado son optimistas, o pesimistas, con un determinado sector o compañía, el resto tiende también a sentirse optimista o pesimista, y así lo reflejan los precios de cotización de las compañías.

Un ejemplo reciente que personalmente encuentro paradigmático es el de Inditex. Una compañía española estupenda, con fuertes ventajas competitivas, de situación financiera saneada (incluso con varios miles de millones de euros en caja, ahorrados por lo que pueda pasar) y que históricamente ha ido conquistando mercado tras mercado en el mundo, aumentando a buen ritmo anualmente los beneficios.

Y con una compañía así pasa lo que uno podría pensar, que la manada va a muerte con ella, cotizando históricamente a múltiplos muy exigentes (llegando a cotizar, hace menos de un año, a casi 37€/acción).

El problema, es que a una compañía que cotiza a 30 veces beneficios se le exigía mucho, de la excelencia para arriba, y es cuestión de tener un mal año, o incluso un año bueno, pero no excelente, para que la manada cambie de optimista a pesimista y todo el castillo de naipes se venga abajo (entendiendo por castillo de naipes el precio de cotización, por supuesto la compañía siguió a lo suyo). Y así sucedió: afectada por un euro muy fuerte (los beneficios fuera de Europa, que son considerables para Inditex, como multinacional que es, hay que cambiarlos luego a la divisa europea, y es algo que a veces beneficia, y otras perjudica), y por una climatología adversa (en otoño, para una empresa productora de ropa cuanto más frío mejor, ya que las prendas tipo abrigo son las de mayor valor añadido, y el hecho es que fue un otoño caluroso), la empresa desaceleró su ritmo de crecimiento y ventas, y las acciones pasaron de cerca de 37 euros a 23. Una caída de 14€, equivalente a un -38%.

Lo positivo del asunto, es que todos aquellos a los que les inquietaba ser parte de la manada, por los riesgos inherentes a hacerlo (que ya hemos descubierto), tuvieron –y siguen teniendo– una oportunidad para invertir en la empresa (o, si ya estaban invertidos, para comprar mucho más barato y minimizar pérdidas, pensando en el largo plazo). Que ni recomiendo ni dejo de recomendar comprar, ojo, lo comento únicamente a efectos didácticos, cada uno tendrá que tomar sus decisiones.

En definitiva es eso: todos somos seres humanos y como tales estamos genéticamente preparados de determinadas manera. Lo cual no nos impide, aunque nos cueste, tratar de ser racionales y no dejarnos llevar por las emociones y por lo que la manada, la mayoría, hace o deja de hacer.

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Por Javier García de Tiedra González, Graduado en Derecho por la Universidad de Cádiz.