En una reciente encuesta sobre competencias financieras del Banco de España, que tuve ocasión de conocer a través de un artículo de El País, se reseñaba la falta de cultura financiera que existe en España, no conociendo la mitad de los españoles en qué consistían conceptos financieros tan básicos como la inflación, el tipo de interés compuesto o la diversificación del riesgo. Con estos datos en la mano, bien podemos explicar las ineficiencias entre valor y precio que a menudo se encuentran en las bolsas españolas.
- La ineficiencia en las bolsas españolas como oportunidad
Primeramente debo decir que para un inversor que conoce lo básico de finanzas, y de cómo funcionan estos mercados, las ineficiencias son fuente de oportunidades. Así, invertir en otras bolsas, como las norteamericanas, donde la cultura financiera está más extendida, es ciertamente complicado, al menos si se pretende superar a los índices (es decir, si p.ej. el índice S&P 500 renta en 5 años un 6% anual, si invertimos por nuestra cuenta, o en fondos de inversión de gestión activa, aspiraremos a obtener más de dicho 6% anual –porque, caso contrario, nos iríamos directamente a un fondo índice o ETF que replique dicho índice con bajas comisiones–. En España, por tanto, se da un caldo de cultivo más favorable en este sentido para superar a los índices españoles.
- Dos posibles fuentes de ineficiencias derivadas de la falta de cultura financiera
+ 1ª Fuente: una importante presencia de especuladores
La fuente de estas ineficiencias, de empresas a precios desorbitados que no se merecen, u otras empresas que difícilmente pueden valer tan poco como su capitalización, no puede ser otra que la existencia de sujetos con baja cultura financiera, que desconocen que la bolsa no es en esencia un casino, sino un lugar donde el precio de negocios de verdad se fija día a día, negocios que ofertan servicios y venden bienes de verdad. Es decir, especuladores –que no inversores–, que influyen en el precio de las empresas que cotizan sin fundamento aparente (circunstancias que al final a largo plazo se ve corregida por la realidad del valor de los negocios en cuestión, al ir los inversores por fundamentales estableciendo un precio que se acerque más al valor intrínseco de la compañía).
+ 2ª Fuente: inversores con un círculo de competencias reducido
Asimismo, y aunque la especulación desinformada sea parte de la respuesta, también pueden existir otros sujetos que, no siendo especuladores –o no pretendiendo serlo–, y con la sana intención de invertir, no tengan los conocimientos financieros suficientes como para invertir con sensatez. Así, estos sujetos irían creando ineficiencias con decisiones de inversión erróneas, que serían aprovechadas con los inversores informados para comprar barato o vender a precios elevados.
Aquí hay que recordar la importancia de invertir dentro de nuestro círculo de competencia, es decir, invertir sólo en aquello que conocemos. Y si no sabemos nada, tendremos dos opciones: no hacer nada, es decir, no invertir, con el coste de oportunidad que ello conlleva; o ampliar nuestro círculo de competencias, es decir, aprender más sobre inversiones, al menos lo suficiente como para poder delegar de manera inteligente (en este sentido, es interesante recordar los factores a tener en cuenta a la hora de invertir en fondos de inversión).
- Otras implicaciones de la falta de cultura financiera
Aparte de lo anteriormente comentado, el hecho de que la mitad de españoles no sepa qué es la inflación o por qué el interés compuesto es clave a la hora de pensar en nuestro futuro es ciertamente preocupante.
+ Las consecuencias de no conocer la existencia de la inflación
La inflación, como sabemos, supone que, conforme pasan los años, el coste de la vida, el precio de los bienes y servicios, va aumentando. Si tienes tu dinero sin invertir, o en un depósito de tu banco de toda la vida al 0.1% anual de rentabilidad, cada año que pase tus ahorros van a perder poder adquisitivo.
El concepto es ciertamente sencillo, pero las consecuencias de no conocerlo son importantes: si tienes 10.000€, los guardas debajo del colchón, y durante 30 años la inflación ha ido subiendo a razón de un 2% anual, seguirás teniendo el mismo dinero y el coste de la vida habrá subido un 60% (que realmente sería mucho más, ya que hablamos normalmente de un porcentaje de interés compuesto).
Si encima estás un poco al día del mercado monetario, y sabes que los Bancos Centrales de los Estados, o de la Unión Europea en nuestro caso, imprimen dinero como nunca (y que la principal consecuencia de llenar de billetes una economía es que sube la inflación), pues ya no es que vayamos a tener una inflación en línea con la historia económica, sino que será probablemente mucho mayor.
+ La magia del interés compuesto
O ruina, según el caso, ya que si hablamos de inflación poco nos va a ayudar esto del interés compuesto, como hemos visto. Al final lo que supone el interés compuesto, en su variante positiva aplicable a la inversión, es que si tienes un determinado interés, un 10% p. ej., aplicable a una determinada cantidad que has invertido, si vas invirtiendo los réditos de ese interés, o si no los reembolsas (p. ej. si has invertido en un fondo de inversión) ese 10% conforme va pasando el tiempo va aumentando progresivamente.
Así, un 10% a 5 años, si no reembolsas la inversión, no da lugar a un 50%, sino a un 60%. Veámoslo para finalizar con un ejemplo sencillo:
Se invierten 1000€ a un 10% anual en un fondo de inversión. El primer año nos renta 100€, de forma que el segundo año tenemos 1.100€, que al 10% nos renta 110€; el tercer año, sumándolo, tenemos 1.210€ (1.100 + 110), que rentan 121€; al cuarto año tenemos 1.331€, que renta 133,1€; al inicio del quinto, tenemos 1.464,1€, que nos renta 146,41€. Así, si vendemos al finalizar el 5º año, tendríamos 1.610,51€, un 60% más. Este es el efecto del interés compuesto, que se va haciendo mayor conforme pasan los años, siempre y cuando mantengamos la inversión (y no la perdamos, claro).
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Por Javier García de Tiedra González, Graduado en Derecho por la Universidad de Cádiz.