Siguiendo con el repaso de las cartas a inversores de fondos de inversión de autor, empezamos hoy con las cartas del Argos Capital FI, dirigido por Miguel de Juan Fernández (autor de un libro que ya reseñamos en el blog, "El inversor español inteligente"), y más específicamente analizaremos aquí la primera, para lo que nos tendremos que remontar al año 2010 (esta carta la tenéis colgada por el propio Miguel de Juan aquí).
El nombre del Argos Capital tiene su origen en el Argo, cuya réplica tenéis arriba. Imagen: Greek Experience |
- El origen del nombre del Argos Capital: un símil con la epopeya del Argo y sus argonautas
Miguel de Juan comienza su carta, si salvamos dos citas iniciales de Benjamin Graham, explicando el origen del nombre del fondo. Básicamente relata brevemente la epopeya, sita en el poema época de Apolonio de Rodas, de los marineros del Argo, una serie de héroes que se embarcaron en un viaje en busca del Vellocino de Oro.
El Argo lo dirigía Jasón, pero era un igual en relación a los restantes héroes. Así, Miguel de Juan quiere recalcar que aunque el es quien dirige el Argos Capital, el fondo de inversión, sus partícipes –los argonautas– son sus iguales, y como tal pretenderá tratarles (una declaración de intenciones sin duda positiva desde el punto de vista del partícipe).
- La alineación de intereses entre gestor del fondo de inversión e inversor
Miguel de Juan desarrolló su carrera profesional en banca privada, en diferentes entidades. Siendo la gestión del patrimonio en España una gestión muy bancarizada, el entiende que en lo que a alineación de intereses se refiere no habían hecho, ni se hacen, las cosas bien en el sector.
Y no por no existir buenos profesionales y personas honestas en este tipo de gestión, que siempre ha insistido en que los hay, sino por el siempre existente conflicto de intereses entre el cliente, el comercial, y el banco, de forma que los productos que se intentaban "colocar" al cliente unas veces eran los mejores para el cliente y otras no, pero siempre eran los mejores para la entidad en cuestión.
En el caso del Argos, entiendo que Miguel de Juan ganó en libertad para gestionar como mejor le pareciese, para bien o para mal, ya que aunque el fondo está en Renta 4, todas las decisiones de inversión las decide el. Además, el mismo se comprometía a ser completamente transparente y a informar a sus partícipes en todo momento en relación a las decisiones tomadas y a sus dudas (y por lo que he podido constatar, Miguel de Juan estos años ha cumplido en ese sentido, proporcionando a sus clientes su teléfono e email, y publicando mensualmente un reporte de sus actividades).
Por cierta palabras textuales de la carta, en este sentido nos indice lo que sigue:
"Al ser un vehículo pensado para cada uno de los argonautas, la relación entre quien tomará las decisiones de inversión –Jasón– y los dueños reales del fondo –los argonautas– queríamos que se mantuviera en los términos de confianza, transparencia, honestidad y cercanía que veníamos manteniendo desde hace tiempo".
"Los argonautas no eran esclavos remeros, eran héroes, príncipes y reyes. Jasón era su igual, no superior a ellos y por tanto, a ellos debía responder con confianza, honestidad y transparencia".
- La filosofía de inversión del Argos Capital y de Miguel de Juan
A Miguel de Juan le encantan Benjamin Graham y Warren Buffett, eso se aprecia desde la primera línea de la carta de lanzamiento del fondo. Los que conozcan la corriente del value investing todo esto les sonará muy repetitivo, pero para los que no, he creído interesante incluir las citas que Miguel incluya en esta carta, y que son muy representativas de su filosofía de inversión:
+ Benjamin Graham
. "La inversión es más prudente cuando es más empresarial".
Miguel de Juan busca el largo plazo, ya que entiende, como entendía Graham, que en bolsa sólo se puede invertir como invertiría un empresario, a saber: dominando su negocio y apostando por el mismo, si es que le convence, sin ser cortoplacista.
. "No estás en lo cierto o equivocado porque haya mucha gente que coincida contigo. Tienes razón porque tus datos y razonamientos son correctos".
Esto es más de lo mismo: tu inviertes en una empresa porque entiendes que su precio de cotización es considerablemente menor a su valor intrínseco. Antes o después, valor y precio tienden a converger, pero puede darse el caso de que esto tarde años, y durante esos años puede dar la sensación de que te has equivocado, que se te quede, como vulgarmente se dice, "cara de tonto" pero si las convicciones son fuertes hay que aguantar, en el convencimiento de que el valor acabará por reconocerse.
. "Enfrentados con el reto de definir el secreto de la correcta inversión en tres palabras, aventuraremos el siguiente lema: Margen de Seguridad".
El margen de seguridad es la diferencia entre el precio de cotización de una determinada empresa, y lo que calculamos que vale. Así, si el precio de cotización de una empresa es 100, y calculamos que vale 150, el margen de seguridad será del 50%.
Un margen de seguridad mayor nos permitirá poder esperar más tiempo a que valor y precio converjan, y reducirá el efecto de nuestros errores si los cometemos (y como humanos imperfectos, se acabarán cometiendo, por lo que habrá que invertir con un margen de seguridad amplio).
. "Una operación de inversión es aquella que, tras un serio y profundo análisis, promete la seguridad del principal y una rentabilidad satisfactoria".
Lo primero en una inversión es no perder el dinero (y aquí son claves las empresas con una situación financiera saneada, con pocas deudas o incluso caja neta en el balance), y lo segundo es lograr eso, rentabilidades suficientes (al fin y al cabo el gestor debe aspirar a hacerlo mejor que su índice, sino nos indexamos a comisiones muy bajas y listo).
+ Warren Buffett
. "Para invertir con éxito, no necesitas entender la beta, los mercados eficientes, la teoría moderna de carteras, la valoración de opciones o los mercados emergentes. De hecho, puede que estés mejor no sabiendo nada de eso. Por supuesto, ésa no es la visión predominante en la mayoría de las escuelas de negocio, cuyos cursos de finanzas tienden a estar dominados por esos temas. Desde nuestro punto de vista, en cambio, los estudiantes de finanzas necesitan sólo dos cursos bien enseñados: Cómo valorar una empresa y Cómo pensar sobre los precios de mercado.
Tu objetivo como inversor debería ser simplemente comprar, a un precio razonable, una participación en una empresa fácilmente entendible cuyos beneficios sea prácticamente cierto que sean sustancialmente mayores en cinco, diez y veinte años desde ahora. A lo largo del tiempo, encontrarás sólo unas pocas compañías que cumplan esos requisitos –así que cuando veas una que los cumpla deberías comprar una significativa cantidad de acciones–. También deberías ser capaz de resistir la tentación de alejarte de tu camino: si no eres capaz de poseer una acción durante diez años, no deberías pensar en tenerla ni diez minutos. Construye una cartera de empresas cuyos beneficios agregados crezcan a lo largo de los años y así también lo hará el valor de mercado de la cartera".
Hay empresarios magníficos sin estudios, realmente no los necesitan (si los tienes pues estupendo, claro). Amancio Ortega sabía de ropa, del mercado de la producción y venta de prendas de vestir; un inversor tiene que entender de contabilidad, por supuesto, porque es el lenguaje de los negocios, pero también son importantes los aspectos cualitativos, entender cómo funciona un negocio, la competencia, sus ventajas competitivas, etc.
. "Precio es lo que pagas, valor es lo que obtienes".
Al final la inversión se trata de hacer un arbitraje entre el precio de cotización de un activo y su valor. Y si el activo va conforme el tiempo valiendo más pues mejor que mejor, porque es muy probable que el mercado tarde en reconocer dicho valor intrínseco (y si tarda demasiado, y el valor de la empresa no ha crecido, se irá reduciendo la rentabilidad de la inversión).
. "Sé temeroso cuando los demás son codiciosos y codicioso cuando los demás son temerosos".
Los mejores momentos para invertir han sido precisamente aquellos en los que mayor era el pesimismo reinante. Y al revés, los peores, aquellos en los que todos eran exageradamente optimistas con el futuro.
. "Hace treinta años nadie habría podido prever la enorme expansión de la Guerra de Vietnam, los controles de precios y salarios, dos choques petrolíferos, la dimisión de un presidente, la disolución de la Unión Soviética, 508 puntos de caída en un solo día en el Dow Jones o las letras del Tesoro fluctuando entre 2.8% y 17.4%.
Pero, sorpresa, ninguno de estos tremendos eventos hicieron la más mínima mella en los principios de inversión de Ben Graham. Ni resultaron ilógicas las compras negociadas de buenas empresas a precios razonables. Imaginen el coste para nosotros entonces si hubiéramos dejado que el miedo a lo desconocido nos hubiera retrasado o alterado la inversión del capital. De hecho normalmente hechos hecho nuestras mejores compras cuando las aprensiones acerca de algún mega evento estaban en máximos. El miedo es el enemigo del seguidor de modas y el amigo del inversor fundamentalista.
Es seguro que otros grandes eventos ocurrirán en los próximos 30 años. No intentaremos ni predecirlos ni beneficiarnos de ellos. Si podemos identificar empresas parecidas a aquellas que hemos comprado en el pasado, las sorpresas externas tendrán poco efecto sobre nuestros resultados a largo plazo".
Básicamente de todo lo anterior lo que podemos aprender o deducir es que siempre va a haber algo de lo que preocuparnos a nivel macroeconómico. Hay que convivir con ello y si podemos, aprovecharnos para comprar barato, para buscar oportunidades.
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Nota: aclarar que esta entrada no supone ni debe suponer una recomendación de compra del fondo en cuestión, cada uno deberá tomar sus propias decisiones de inversión.
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Por Javier García de Tiedra González, Graduado en Derecho por la Universidad de Cádiz.